Quizás piensas que tienes un “problema real” que te provoca estrés, te preocupa o molesta y que para poder sentirte feliz esta situación tiene que cambiar. ¿Pero que pensarías si te dijera que no existen problemas “reales” y que el único problema con el que tienes que lidiar son tus pensamientos acerca de lo que estás viviendo?