Bebé – Recien nacido

Cuando por fin conoces al bebé, después de esperar nueve meses, te das cuenta de la gran responsabilidad y compromiso que se adquiere con ese ser tan indefenso y vulnerable, sobre todo si no se tiene la experiencia o no se esta familiarizado con el comportamiento  y cambios de un bebé recién nacido. Siempre  asaltan dudas sobre algún detalle que vemos en el bebé recién nacido, es mejor informarnos, estar seguros de que todo marcha bien.

altDurante la primera hora inmediatamente después del parto. Ése es un momento perfecto para que usted y su pequeño se empiecen a familiarizar el uno con el oto e inicien el proceso de formación del vínculo. Pero no se desespere si las circunstancias imposibilitan que conozca, vea o coja al bebé inmediatamente después de dar a luz. Pronto podrán pasar tiempo los dos juntos, y no hay pruebas científicas de que el retraso de ese encuentro repercuta negativamente sobre la salud o el comportamiento del bebé

Durante las primeras semanas, se dará cuenta de que la mayor parte del tiempo su bebé tenderá a mantener los puños apretados, los codos, caderas y rodillas flexionados, y brazos y piernas replegados sobre la parte anterior del cuerpo. Esta postura se perece bastante a la posición fetal que mantuvo durante los últimos meses de embarazo. Los bebés que nacen prematuramente pueden presentar algunas diferencias en lo que se refiere a la postura, aspecto, actividad y comportamiento en comparación con los recién nacidos a término.

Los bebés nacen con una serie de respuestas instintivas a estímulos como la luz o el tacto, conocidas como reflejos primitivos, que desaparecen gradualmente conforme van madurando. Estos reflejos incluyen:

  • Reflejo de succión, que hace que el bebé succione con fuerza cualquier objeto que le pongan en la boca.
  • Reflejo de prensión, que hace que el bebé cierre la mano y apriete fuertemente los dedos cuando le aplican presión en la palma de la mano con un dedo u otro objeto.
  • Reflejo de Moro, o reacción de sobresalto, que hace que el bebé extienda súbitamente los brazos hacia los lados y luego los repliegue sobre el tronco cuando se sobresalta ante un ruido fuerte, una luz intensa, un olor fuerte, un movimiento repentino u otro estímulo.

Asimismo, debido a la inmadurez del sistema nervioso, a los recién nacidos les pueden temblar los brazos, las piernas o la barbilla, particularmente cuando lloran o están agitados.

Durante las primeras semanas generalmente los bebés se pasan la mayor parte del tiempo durmiendo. Esto puede estar todavía más exacerbado durante el primer día o primer par de días de vida en los recién nacidos a cuyas madres les administraron ciertos tipos de medicamentos o anestesia durante el parto.

Cuando un bebé está despierto, su frecuencia respiratoria puede variar ampliamente, a veces excediendo las 60 respiraciones por minuto, sobre todo cuando está agitado o después de un episodio de llantos. Los recién nacidos también tienen períodos durante los cuales dejan de respirar de 5 a 10 segundos y luego vuelven a respirar por sí mismos. Esto se conoce como respiración periódica, lo que tiende más a ocurrir durante el sueño y se considera completamente normal. De todos modos, si el bebé se pusiera azul o dejara de respirar durante un período de tiempo más largo, se trataría de una emergencia, en cuyo caso debería contactar inmediatamente con el pediatra o llevarlo al servicio de urgencias más cercano.

La cabeza de un bebé nacido por parto vaginal a menudo presenta algún grado de deformidad o moldeamiento, que es cuando los huesos del cráneo del bebé se deforman y se superponen parcialmente, haciendo que la parte superior de la cabeza del bebé tenga una forma alargada, abombada, ovalada o, incluso, “apepinada”. Este aspecto, que a veces puede resultar chocante, irá desapareciendo a lo largo de los primeros días de vida, a medida que los huesos del cráneo del bebé se vayan redondeando. La cabeza de los bebés que nacen por cesárea o de nalgas (con las nalgas o los pies primero) generalmente no presenta moldeamiento.

Además de tener forma alargada u ovalada, la cabeza de un recién nacido puede tener una o varias protuberancias provocadas por el traumatismo del parto. Conocido como caput succedaneum o “tumor del parto”, se trata de una zona circular del cuero cabelludo hinchada y amoratada que generalmente se encuentra en la parte posterior de la cabeza, que es la que primero se abre paso por el canal del parto. Suele remitir en unos pocos días.

La cara de un recién nacido puede verse un poco hinchada debido a la acumulación de fluido y al duro y dificultoso paso por el canal del parto. El aspecto del rostro del bebé suele cambiar significativamente durante los primeros días de vida a medida que el pequeño va eliminando el exceso de fluido y se va recuperando del traumatismo del parto.

Pocos minutos después de nacer la mayoría de los recién nacidos abren los ojos y empiezan a mirar a su alrededor. Los recién nacidos pueden ver, pero probablemente no enfocan bien, por lo que puede parecer que se les van o que bizquean durante los 2 o 3 primeros meses de vida. Al tener los párpados hinchados, algunos bebés no pueden abrir los ojos inmediatamente después de nacer.

Los recién nacidos suelen respirar por una nariz de pequeño tamaño y por unas vías nasales muy estrechas, pequeñas cantidades de fluido nasal o mocos pueden hacerles respirar ruidosamente o parecer congestionados aunque no estén acatarrados ni tengan ningún otro problema de salud. Pregunte al pediatra cómo debe utilizar gotas nasales de solución salina y una perita para ayudar a despejarle las vías nasales al bebé si es necesario.

Los estornudos también son habituales en los recién nacidos. Se trata de un reflejo completamente normal que no tiene por qué obedecer a una infección, alergias u otro problema de salud.

Cuando el recién nacido abre la boca al bostezar o llorar, es posible que usted se dé cuenta de que tiene unos pequeños puntos blancos en el paladar, generalmente cerca del centro. Se trata de pequeñas masas de células denominadas perlas de Epstein. Estos puntos, así como los quistes llenos de fluido que a veces están presentes en las encías de los recién nacidos, desaparecerán durante las primeras semanas de vida.

Puesto que la pared torácica de los bebés es muy fina, es posible que usted vea o note al tacto cómo la parte superior del tórax del bebé se mueve cada vez que le late el corazón. Esto es normal y no debería preocuparle.

Asimismo, los recién nacidos de ambos sexos pueden tener las mamas abultadas. Esto se debe a una hormona femenina denominada estrógeno que la madre trasmite al feto durante el embarazo. Tal vez pueda palpar unas masas de tejido duro, en forma de disco, debajo de los pezones del bebé, y ocasionalmente los pezones pueden secretar una pequeña cantidad de fluido con aspecto lechoso (denominado coloquialmente “leche de brujas”). Este engrosamiento mamario casi siempre desaparece durante las primeras semanas de vida. A pesar de lo que creen algunos padres, no se deben estrujar o apretar las mamas del bebé –con ello no se consigue que pierdan volumen más deprisa.

Es normal que el abdomen de un bebé (la barriguita) sea bastante prominente y redondeado. Cuando el bebé llore o se esfuerce -por ejemplo, al defecar-, es posible que usted note que la piel que cubre la parte central del abdomen se proyecta hacia afuera entre las bandas de tejido muscular que conforman la pared abdominal en cada lado del abdomen. Esto casi siempre desaparece durante los primeros meses de vida a medida que el bebé va creciendo.

A muchos padres les preocupa el aspecto y cuidado del cordón umbilical del bebé. El cordón contiene tres vasos sanguíneos (dos arterias y una vena) rodeadas de una sustancia gelatinosa. Tras el parto, el cordón se pinza o se ata antes de cortarlo para separar al bebé de la placenta. En la mayoría de centros sanitarios, se aplica un líquido bactericida al muñón umbilical tras el parto. El muñón umbilical se desprende entre el décimo día y la tercera semana de vida. Tal vez le enseñen a curar esta parte del cuerpo del bebé periódicamente con alcohol para prevenir posibles infecciones hasta que el muñón se seque y se desprenda completamente. El muñón umbilical no debería sumergirse en agua durante el baño hasta que esto ocurra. A medida que se vaya secando, el cordón irá cambiando de color, de amarillo a marrón o negro –es algo normal. Pero usted debería consultar al pediatra si el área del ombligo se enrojece o empieza a supurar o a oler mal.

Las hernias umbilicales son frecuentes en los recién nacidos, particularmente en los de raza negra. Un orificio en la pared abdominal en el lugar del cordón umbilical o futuro ombligo permite que una parte del intestino del bebé sobresalga a través del orificio cuando éste llora o hace esfuerzos, provocando que la piel que la recubre se proyecte hacia fuera. Generalmente estas hernias son inofensivas y no dolorosas. La mayoría de ellas se cierran solas durante los primeros años de vida, pero, en el caso de que no se cierren por sí mismas, una intervención quirúrgica muy sencilla las puede corregir. Los remedios caseros que se han practicado durante años para tratar las hernias umbilicales, como atar una moneda con un cordel o dar golpecitos con una moneda sobre el área, no se deben utilizar. Estas técnicas no sirven de nada y pueden provocar infecciones cutáneas u otras lesiones.

Los primeros días y semanas de la vida de un recién nacido son una etapa de asombro y regocijo para la mayoría de los padres. Si usted está preocupado o inseguro sobre cualquier aspecto del cuidado de su bebé, no dude en llamar al pediatra, a otro profesional de la salud o algún familiar o amigo que tengan experiencia en el cuidado de recién nacidos.